martes, 29 de marzo de 2016

La fiebre del oro de Alaska

A partir de mediados del siglo XIX, se encontró oro en una sucesión de descubrimientos a lo largo de la costa oeste de los Estados Unidos, en un arco ascendente desde California hasta Alaska. La gran fiebre del oro de California de 1849 dio inicio a una serie de otras «fiebres» en las décadas siguientes, que terminó con la fiebre del oro del Klondike de 1897 y la fiebre del oro de Nome de 1899, ambas en Alaska. Este mapa se publicó en 1897, poco después de que se descubriera oro en Bonanza Creek, un curso de agua situado junto al río Klondike, un afluente del imponente río Yukón. La fiebre del Klondike resultó ser una de las más grandes de la historia, y quedó capturada en la legendaria poesía y prosa de Robert W. Service (1874-1958) y de Jack London (1876-1916). Como muestra este mapa, hubo muchos otros hallazgos de oro en Alaska: a lo largo del río Yukón, en Juneau y en otras partes del sudeste de Alaska, así como en la región de la ensenada de Cook (cerca de la actual Anchorage). El mapa muestra los yacimientos de oro más importantes hasta ese entonces, resaltados en rojo, así como los nombres de las cordilleras, ríos y otros accidentes geográficos prominentes en Alaska, Yukón y Columbia Británica. Por supuesto, no aparecen los famosos hallazgos posteriores en Nome, Fairbanks y Livengood. Las noticias de estos descubrimientos, transmitidas a la nación y al mundo mediante telégrafo y periódicos, incitaron a decenas de miles de buscadores a sacrificar todo en la febril y a menudo imprudente persecución de fortuna.


De las decenas de miles de personas que fueron en busca de oro a Klondike solo unas pocas se hicieron ricos.Se estima que cada uno de ellos se gastó un promedio de $1.000 para llegar a la región, una cantidad total que es superior al oro extraído entre los años 1897 y 1901.

Otros grande damnificados fueron los indios nativos, quienes porsperanron esos años gracias a su trabajo como guías o comerciantes pero que sufrieron el enorme impacto ambiental de la minería en los ríos y en los bosques.Su población se redujo drásticamente al terminar la fiebre del oro y fueron trasladados a una pequeña reserva.

La extracción de oro se mantiene hasta hoy en día.La ciudad pasó de lo más de 30.000 habitantes en pleno apogeo de la fiebre del oro a poca más de 2.000 en 1912, actualmente cuenta con algo más de 1.300 habitantes. En el año 2005 se anuncio que se habían extraído hasta la fecha 570 toneladas de oro. El puerto Skagway también se redujo notablemente y el puerto de Dyea quedó abandonado siendo actualmente una ciudad fantasma.

Hoy en día, la fiebre del oro de Klondike forma parte fundamental de la historia de la cultura de Alaska. Muchos de los lugares que fuerom testigos de esta " estampida" son numerosas películas y novelas.A pesar de su impactp ecológico, la construcción de ferrocarriles, nuevas carreteras y amplicación de las ciudades contribuyeron notablemente al desarrollo económico de toda la región.



lunes, 28 de marzo de 2016

El tesoro del Flor de la Mar

La Flor de la Mar, fragata portuguesa, construida en Lisboa durante 1502, con un peso de 400 toneladas, un barco muy grande, el doble de tamaño de los barcos de esa época, y era como un prototipo de barco que le costaba mucho maniobrar por su largo. Tenía tres mástiles y seis velas. Se caracterizó por hacer las rutas más lejas y de mar afuera y se caracterizaba por ser muy peligroso e inseguro en condiciones de mucha carga, la vida útil fue mucho más larga de lo esperado porque se había construido para un servicio sólo de cuatro años de trabajo y duró desde 1502 hasta cuando se hunde en 1511.

La historia naval de la nave era impresionante ya  que además participó en la batalla de Diu, la subyugación de Goa y la captura de  Malaca una de las ciudades más ricas del mundo durante el año 1511. Capitaneado por Alfonso de Albuquerque, conocido como “el grande”, “el terrible”, “el Cesar del Este” y “el león del mar”, Alfonso fue un noble portugués, cuyos títulos incluyen el de Duque de Goa y Gobernador de la India Portuguesa. Fue importante conquistador y fundador del imperio Portugués.



El barco estaba cargado con un vasto tesoro tomado de Malaca, así como los tributos del Rey de Siam, estos llenaban hasta el tope todas las bodegas del buque, este tesoro incluía 60 toneladas de oro de la casa del sultán de Malaca, y 200 cofres de gemas que contenían diamantes, rubíes y esmeraldas.  Según varios relatos históricos este  era el mayor tesoro jamás reunido en la historia de la marina portuguesa. Acompañado de otros cuatro buques La Flor de la Mar se embarcó rumbo a Portugal, pero fue atrapado por una violenta tormenta en el Estrecho de Malaca. El 20 de noviembre 1511 naufragó en los arrecifes de las costas de Sumatra. El barco se partió en dos y muchos se perdieron en el mar y el tesoro y muchos esclavos jóvenes desaparecieron entre las violentas olas de la tormenta. Alfonso, sin embargo se salvó, saltó a un bote salvavidas junto a cinco de sus oficiales, La ubicación exacta del naufragio es muy confusa, probablemente debido a los que los mapas eran muy  inexactos en aquella época. Este tesoro es  considerado el más rico y el más grande y todavía no se encuentra.



Un cazador de tesoros, Robert Marx, ha invertido mucho dinero tratando de encontrar la Flor de la Mar. De acuerdo con declaraciones de Marx, ".Es el buque más rico jamás perdido en el mar, con su bodega cargada con 200 cofres de piedras preciosas, diamantes del pequeño tamaño de media pulgada en el tamaño del puño de un hombre. "Hasta donde se sabe, nadie lo ha encontrado todavía.


miércoles, 23 de marzo de 2016

El tesoro de la Isla del Coco

La Isla de los Cocos, o simplemente la Isla del Coco como la conocen los buceadores-, es un legendario lugar del Océano Pacífico a unos cuatrocientos ochenta kilómetros al sudoeste de Costa Rica, país al que pertenece en la actualidad. Descubierta en 1526 por el navegante Joan Cabezas, desde el siglo XVII esta remota y solitaria isla empezó a adquirir fama de ser una fuente potencial de riquezas incalculables, una reputación que sigue viva, pues hay referencias históricas de que al menos los piratas ocultaron allí al menos tres tesoros o quizá más.

Uno de los primeros piratas que pasó por este pedazo de tierra fue el capitán inglés Edward Davis, que formaba parte del destacado grupo de bucaneros integrado, entre otros, por John Coxon, Bartholomew Sharp y William Dampier.

Los tesoros de Davis
Con su barco, el Bachelor’s Delight, Davis saqueó ciudades costeras españolas, como Guayaquil, en Ecuador, o León, en Nicaragua en 1685. Desembarcó en la bahía Chatham sus botines y los enterró en los alrededores. Muchos de sus hombres debieron hacer lo mismo, por lo que se cree que en esa zona hay enterrados varios tesoros menores. Davis amasó suficiente fortuna para retirarse temporalmente a Florida mientras estuvo en vigor la amnistía que el rey Jaime II concedió a los piratas. Después volvió a la piratería y desapareció misteriosamente alrededor de 1702. Se cree que terminó sus días en Jamaica y que no regresó a la isla a recuperar su tesoro. Acerca de la ubicación del tesoro de Davis sólo existen vagos y escasos datos.

En 1875 el marinero  Bob Flower dio con uno de los tesoros menores de los hombres de Davis, al resbalar entre la maleza y caer por un pequeño desfiladero justo encima de uno. Salvo la vida y logró salir de ahí, pero no sin antes haber visto y recolectado unas monedas de oro. Tiempo más tarde  intentó volver a aquel lugar, pero no dio con él.
El tesoro de Benito Bonito
Aquella remota isla también sirvió de escondrijo a otro pirata más de cien años después de la presunta muerte de Davis, el portugués Benito “Espada Sangrienta” Bonito. En 1819, Bonito se apoderó de un cargamento de oro que había partido del puerto mexicano de Acapulco y, al volver a Coco, lo escondió en la bahía de Wafer. Dos años más tarde el pirata murió en un enfrentamiento con un militar británico en las Indias occidentales y no pudo recuperar el tesoro.
Pero, a diferencia de Davis, Bonito dejó pistas sobre la situación del escondite. En 1880, el nieto de uno de los hombres que había navegado con Bonito enseñó el mapa de un tesoro a un aventurero alemán llamado August Gissler. Representaba una isla que el viejo pirata denominaba «Las Palmas». Gissler copió el mapa y, al cabo de ocho años, en Hawai, encontró otro. Comparando ambos, llegó a la conclusión de que la isla en cuestión era la de Coco.

Se fue a vivir allí y pasó diecinueve años buscando el tesoro. Durante ese tiempo padeció grandes penalidades, como el ataque de dos cruceros ingleses empeñados en apoderarse del posible botín. Los ingleses no encontraron nada y Gissler no tuvo más suerte que ellos. El único fruto de dos décadas de esfuerzos fue un doblón de oro y otras cinco monedas españolas de 1788. Gissler murió pobre en 1930, en la ciudad de Nueva York., tras jurar que no volvería a la isla después de un desafortunado accidente que acabo con la vida de su mujer.
Por una ironía del destino,  en 1932, a los dos años de la muerte de Gissler, un ingeniero y zahorí llamado Clayton que utilizó para la búsqueda un detector de metales declaró haber hallado uno de los tesoros de Bonito. Según Clayton, el oro apareció más o menos en el lugar señalado en el mapa, lo que demuestra que al menos algunas cartas de navegación piratas son exactas.

lunes, 21 de marzo de 2016

Los valiosos huevos que Fabergé fabricó para los Zares de Rusia

Explora la historia de la mítica casa de joyería rusa, creada por Carl Fabergé en el siglo XIX. Algunas piezas datan del siglo XVII y contienen piedras preciosas, como gemas, esmeraldas y rubíes.

Los famosos huevos de Fabergé son en realidad huevos de Pascua. El domingo de resurrección es la mayor fiesta religiosa del año en los países de Europa del este, igual que para nosotros la Navidad. El regalo más típico de esta época del año es el huevo de Pascua porque simboliza larga vida.

Peter Carl Fabergé siguió la trayectoria de su padre que era joyero y concursó con varios diseños en la Exposición Panrusa de Moscú en 1882 donde obtuvo el primer premio. Esto hizo que el Zar Alejandro III se fijara en él y le encargara un año después la realización de un huevo de Pascua para regalárselo a la Zarina María.

Fabergé realizó un huevo con cáscara de platino que contenía dentro uno más pequeño de oro que dentro tenía una gallina también de oro.



Este huevo-joya tuvo tanto éxito que el Zar le encargó realizar uno nuevo cada Pascua. Cuando murió el emperador, su hijo el Zar Nicolás II continuó con la tradición y cada domingo de Pascua le regaló un huevo a su madre y otro distinto a su mujer la Zarina Alejandra.
Mirad el Huevo que le regaló a su mujer con motivo de su coronación realizado con esmalte de oro y diamantes engastados que forman el escudo del águila imperial. En su interior hay una réplica en oro del carruaje con el que entraron en Moscú.
Los huevos de Fabergé siempre contenían una sorpresa. Para su realización utilizaba esmalte guilloché, metales como el oro y piedras preciosas. Buscaba representar los colores de la naturaleza simulando flores, plantas, insectos y pájaros siempre con el estilo art nouveau típico de esa época.



En 1898 le regaló a su mujer el llamado Huevo de los lirios del valle. Está realizado en esmalte rosa con perlas y diamantes con forma de lirios. Al presionar una perla de un lateral, por la parte superior aparecen tres retratos pintados al óleo del Zar y sus dos hijas mayores.
Fabergé fue nombrado orfebre y joyero de la corte imperial rusa y de otras monarquías europeas. La Revolución Rusa acabó con su joyería y le hizo refugiarse en Suiza hasta su fallecimiento.
De los 54 huevos imperiales de Fabergé sólo se conoce el paradero de 47. La mayoría siguen hoy en día en Rusia. Además de los imperiales, fabricó otros huevos conocidos por el nombre de los Huevos no imperiales para diversas personalidades de la época como Alfred Nobel, los duques de Marlborough o los banqueros Rothschild.
La realización de huevos de Pascua decorados es un oficio muy antiguo en Rusia pero fue Fabergé quien los transformó en un trabajo de orfebrería excepcional convirtiéndolos en joyas intemporales.  



jueves, 17 de marzo de 2016

Método para detectar oro y plata fue patentado en Medellín

Un procedimiento para detectar oro y plata de muestras minerales en apenas cuatro días fue diseñado y patentado por investigadores del Instituto de Minerales de la Universidad Nacional de Colombia, con sede en Medellín.

A pesar de ser una actividad que genera ingresos al país, la explotación de este recurso no cuenta con tecnología de punta que permita alcanzar mayor eficiencia y sostenibilidad ambiental. Además, se promueve poco la innovación dentro de la cadena de producción del oro”, explicó el investigador Moisés Bustamante.

Una vez la muestra mineral llega al laboratorio, se prepara a través de “un protocolo estandarizado”; luego se aísla el oro nativo por medio de separación gravitacional y, posteriormente, se funde la muestra a alta temperatura para separar el oro y la plata. Por último, se extraen, purifican y recuperan los metales preciosos por un procedimiento hidrometalúrgico.

Esta metodología desarrollada por el Instituto de Minerales, según Bustamante, “permite una reducción del 70 por ciento en la fuerza del trabajo y del tiempo en el análisis, pues de 15 días se pasa a cuatro. Además, los errores estadísticos no superan el 3 por ciento en la mayoría de los casos”.

Para Bustamante, esta nueva tecnología permitirá precisar el potencial de las zonas donde existen depósitos de oro y plata, y espera que las compañías legales realicen mayores esfuerzos por extraer el oro que se pierde.

Fuente: El tiempo 




miércoles, 16 de marzo de 2016

Oak island, la isla del tesoro

La isla de Oak (Roble), en Canadá, tiene montones de leyendas sobre posibles tesoros enterrados por los piratas que, en un tiempo, pulularon por la zona.

En un día de verano de 1795, tres chicos pensaron en ellas cuando se encontraron ante un hoyo de tierra circular, de tierra excavada ya sedimentada y bajo las ramas de un roble, de las que colgaban restos podridos de aparejos de un barco.

Eran tres amigos: John Smith, Daniel McGinnis y Anthony Vaughan. Al cavar sacaron en un principio tierra blanda que cubría un pozo, de duras paredes de arcilla. A los 60 centímetros encontraron una capa de piedras lisas, cortadas a propósito y de un tipo de piedra que no se encontraba en la isla. Evidentemente se encontraban ante un pozo construido a conciencia.

A los 3 metros hallaron una plataforma de troncos de roble, incrustada horizontalmente, pero no encontraron bajo ella el tesoro anhelado sino de nuevo tierra sedimentada. Era evidente que se trataba de una construcción trabajosa y nada apresurada.


A los 6 metros había otra plataforma de roble y debajo, de nuevo, tierra sedimentada. La decepción y el agotamiento les hizo desistir. Sin embargo no pudieron olvidar el enigmático pozo y años después, en 1803, participaron como miembros destacados en la expedición Onslow, que trató seriamente de aclarar el asunto.




Cada 3 metros aparecía una plataforma de roble, pero no idénticas. Algunas eran especialmente gruesas y reforzadas con fibras de coco, masilla y carbón vegetal.A los 27 metros encontraron una losa de pórfido, material prácticamente inencontrable no sólo en la isla del roble sino en toda Norteamérica. Y en la losa una inscripción en un alfabeto desconocido para todos los miembros de la expedición. En este punto hay varias hipótesis. Algunos expertos quisieron traducirlo en una frase un tanto pueril y absurda, basándose en un código de cifras sencillo, que diría: “trece metros más abajo están enterrados dos millones de libras”. Pero otros, como el profesor Barry Fell, un experto en lenguas antiguas, llegó a la conclusión de que se trataba de un dialecto copto mediterráneo, cuyo significado sería religioso.

A partir de entonces se especuló con el posible contenido del pozo, aventurando la posibilidad de que no fuera un tesoro lo enterrado allí, o al menos no un tesoro monetario, sino de otro tipo, o quizás una tumba de alguien especial. Incluso algunos especularon con la posibilidad de alguna relación con Egipto.

Al seguir excavando, a la altura de los treinta y pocos metros, el agua empezó a filtrarse en el pozo, pero ya atardecía y a pesar de que tocaban una nueva capa de algo duro, quizá otra capa de troncos de roble, decidieron que retomarían el trabajo al día siguiente.
Pero al día siguiente el agua había subido hasta 10 metros y seguía subiendo. Y dado que los miembros de la expedición eran gente de la zona, que no podía abandonar su trabajo más tiempo, se dieron por vencidos.
Durante los años siguientes hubo otras varias expediciones, con parecidos resultados. Y sus tres jóvenes descubridores siguieron participando en ellas hasta que murieron de viejos.
A lo largo del tiempo se descubrieron datos importantes y curiosos: una extensa zona de playa en Smith’s Cove era artificial. No sólo eso, tenía un sistema de desagües que abastecían túneles, conectados directamente con los niveles más bajos del dichoso pozo. Y a pesar de la tecnología moderna, se llegó a la conclusión de que parece imposible cortar el flujo del agua, porque además del agua de mar existen otras corrientes subterráneas muy potentes (se ha especulado con un pantano del centro de la isla, entre otras cosas)
En la ya citada zona de playa artificial de Smith’s Cove se han encontrado restos de inmensos troncos con lo que parecen inscripciones en números romanos, y se ha especulado con la posibilidad de que formaran parte de un dique para la construcción y excavación de todo ese sistema de canales, túneles y desagües.


Algunas expediciones trataron a su vez de construir algún dique para bloquear el túnel de agua principal, pero todos fueron destruidos por la fuerte corriente atlántica. Es decir se añadía un nuevo misterio: cómo lo consiguieron los constructores del dique primitivo. ¿Sencillamente porque el nivel del mar sería muy inferior?. En ese caso se tendría que hablar de mucho tiempo antes…
Las expediciones se han seguido sucediendo hasta ahora, sin lograr nada, excepto el encuentro con más detalles que aumentaban el misterio del dichoso pozo, como por ejemplo, lo obtenido en 1849 por una excavadora que subió a la superficie eslabones de una cadena de oro y un fragmento de pergamino, que dio lugar a nuevas y especulativas teorías queriendo vincular al lugar a uno de los personajes que siempre se quieren relacionar con todo tipo de misterios: Francis Bacon.
En 1897 volvieron a encontrarse restos de pergamino con borrosas iniciales o letras.
En 1967-69 se encontró madera del siglo XVI y un pedazo de latón muy antiguo.
En 1972 una cámara submarina captó lo que podrían ser un par de cofres en medio de todo un laberinto de túneles, lo que parecía un cadáver y hasta una mano cortada. Pero la visión no fue nada clara por lo turbio del agua debido a la gran cantidad de sedimentos y todo quedó en meras posibilidades.
Pero volviendo al siglo XIX nos encontramos con un personaje más o menos enigmático. Se trataba del capataz James Pitblado, que en 1849 robó algo que salió enganchado en la perforadora ante un testigo, que le pidió inútilmente que lo devolviera, o al menos lo enseñara. El capataz se negó, abandonó la isla, poco después trató de comprarla sin éxito y murió en un accidente laboral, al margen del pozo, y sin hablar de su descubrimiento.
Hablando de muertos surgió una leyenda que afirmaba que el misterio se resolvería cuando murieran 7 personas. En 1861 la explosión de una caldera mató a un hombre. En 1897 murieron otras dos personas. Y en 1965 las cuatro últimas en un mismo día. Y no es la única leyenda. Se empezó a hablar de apariciones extrañas de seres y animales, o fantasmas de soldados ingleses del siglo XVIII.
Para complicar más las cosas el geólogo Bob Dunfield utilizó una excavadora gigantesca para extraer toneladas de arcilla y lo que logró fue destruir detalles curiosos y significativos, como por ejemplo, un triángulo y un dibujo de piedras que parecían indicar la dirección del pozo desde las cercanías, que se había descubierto en 1897.
Un grupo de exploración (traducido: La Compañía de exploración de la Isla del Roble) ha comenzado a tratar los problemas de ingeniería globales de la excavación, llegando por ahora a la conclusión de que es imposible controlar las inundaciones subterráneas del pozo, que comunican directamente con el océano Atlántico, además de no entender las estructuras subterráneas de la isla.


Sea como sea las intenciones de los constructores son contradictorias. Por un lado convertir lo enterrado allí en inalcanzable y por otro señalar su ubicación… Como si lo importante fuera el efecto creado en la gente. No sólo despertar su codicia sino espolear la necesidad de misterios, que es igual o mayor en todos los seres humanos. Incluso tiene algo que me recuerda al pretexto típico utilizado por Hitchcock en sus películas. Es decir presentar al principio un detalle que, aparentemente, fuera el desencadenante de la historia, para enseguida abandonarlo para ser sustituido por otro motivo y otra trama. O, como en el poema de Itaca del poeta Kavafis, lanzar un señuelo que sirva de motor para ponerse en marcha, pero desvelar con el paso del tiempo que lo importante no es alcanzar ese objetivo sino el viaje en sí mismo. Es más, llegar a descubrir que lo deseable es que ese objetivo no se alcance nunca, para así prolongar el viaje hasta la muerte.
Y rozar así el sentido del sinsentido. Yo al menos me quedo con eso. Con tantas y tantas cosas que en la vida apuntan, una y otra vez, en esa misma dirección. Con lo cual espero que nunca se llegue al fondo del pozo. Pero si alguien tiene ganas de aventuras, ahí sigue la isla del Roble en la costa atlántica de Canadá, esperándole con todo el tiempo del mundo. Le deseo suerte y felices y enriquecedoras experiencias.




martes, 15 de marzo de 2016

Los tesoros artísticos que revelan la cultura de los celtas

Celta es una palabra con muchos significados, que ha evolucionado constantemente a través del tiempo.
Hace cerca de 2.500 años, los escritores griegos definieron como "bárbaros" a los celtas que vivían al norte de su mundo mediterráneo.
Hoy en día, reconocemos identidades y lenguajes celtas en lugares como Escocia, Irlanda, Gales y Bretaña.
Pero estos pueblos no dejaron nada por escrito; lo poco que sabemos sobre su historia quedó registrado por los griegos y los romanos.
Unos textos que proporcionan tan sólo un atisbo a un mundo que los autores de los manuscritos no lograron entender, y cuyas perspectivas demostraron ser muy influyentes.
Entre estos lugares y tiempos tan diferentes, yace una compleja historia que podemos desentrañar a través de los poderosos objetos decorativos que sobrevivieron a su época.
A estos objetos se les llama celtas y son el tema principal de la nueva exposición del Museo Nacional de Escocia.


Una ventana a su mundo


Los escritores del siglo XIX mezclaron fragmentos de historias clásicas con mitos medievales y pruebas arquológicas de lugares y tiempos muy diferentes, lo cual permitió construir la idea romántica de los celtas que permanece hoy.
Pero los objetos decorativos son una ventana hacia su mundo.
Lo que llamamos celta no era un estilo, sino varios, desarrollados y puestos en práctica a lo largo de más de 2.000 años, durante la Edad de Hierro, el auge y la caída del Imperio Romano, y la llegada del cristianismo.
El arte celta adoptó diferentes significados y usos en distintos periodos de tiempo.
El de la primera época, que data de la Edad de Hierro, se ve extraño a nuestros ojos, con sus diseños fascinantes y difíciles de entender.
La joyería de oro de Waldalgesheim (300 - 240 a.C.)
Rheinisches Landesmuseum BonnImage copyrightRheinisches Landesmuseum Bonn
Un descubrimiento significativo fue el entierro de una importante mujer en Waldalgesheim cerca del 320 a.C., con muchos objetos ricamente adornados.Vestía joyas de oro y bronce, y fue sepultada con vasijas de bronce.Un carro adornado la acompañó a su tumba.
La inusual decoración de estos objetos los convierte en algo extraordinario y muestra las conexiones a un mundo desconocido.
El casco con cuernos del Río Támesis (250 - 200 a.C.)

Museo BritánicoImage copyrightMuseo Britanico

El arte celta de la Edad de Hierro se contextualiza frecuentemente en el campo de batalla, con armas decoradas, escudos y cascos.
La decoración y el estatus eran tan importantes como la función práctica, y a veces incluso más que ésta última, como debió ser el caso de este casco con cuernos, encontrado en el Río Támesis, Londres.
La organización  del casco es una versión alargada de lo que se ve en los torques de la época.
La caldera de Gundestrup, Dinamarca (150 - 50 a.C.)
Museo Nacional de DinamarcaImage copyrightMuseo Nacional de Dinamarca

Se encuentra en el Museo Nacional de Dinamarca y es uno de los descubrimientos más misteriosos de la antigua Europa.
La magnífica caldera de plata de Gundestrup, Dinamarca, revela las conexiones entre comunidades a miles de kilómetros de distancia.
Y, aunque suele llamarse céltico, nos traslada lejos de cualquier idea simple sobre los celtas.
Muchas de sus escenas son fantasiosas pero incluyen objetos típicos de Europa occidental y central.
Su estilo sugiere que fue fabricada en el sureste de Europa (Bulgaria o Rumanía), donde abundaba la plata.
La cabeza del carnyx de Deskford (75 - 150 d.C.)
Image captionImagen cortesía del Museo Nacional de Escocia
Gran parte de lo que conocemos como arte celta consiste en versiones locales de una idea internacional.
Por ejemplo, el carnyx era un animal con un cuerno en su cabeza que se utilizaba en guerras y ceremonias para causar inspiración o terror.
Esta cabeza de carnyx de Deskford, Escocia, está decorada con un distintivo estilo de Caledonia.
El broche de Auldearn, (75 - 150 d.C.)
Image captionImagen cortesía del Museo Nacional de Escocia

Nuevos estilos de arte y artefactos, como broches con cabezas de animales, se utilizaron para definir nuevas identidades, que les diferenciaran de los romanos.
Un ejemplo es este reciente hallazgo, en 2014, de este torque de bronce y un broche romano-británico, encontrados cerca de Auldearn, Escocia.
El torque es el primero de este estilo en Escocia, mientras que el broche es una combinación de un ornamento de estilo celta en un broche romano.
Fue así como se creó el nuevo arte celta del primer periodo medieval.
La placa de plata con símbolos pictos (siglos VI - VII)
Museo Nacional de EscociaImage copyrightMuseo Nacional de Escocia

A partir del año 600 a.C., comenzaron a establecerse conexiones entre diferentes regiones y épocas.
Cuencos finamente decorados y otros objetos fabricados en los reinos del norte y del oeste acompañaban a los muertos en tumbas paganas de sus vecinos del sur.
Las técnicas de joyería se extendieron, entrelanzando ornamentos de Bretaña e Irlanda.
La cruz de Minifieth, Angus (siglo VIII)
Museo Nacional de EscociaImage copyrightMuseo Nacional de Escocia

El cristianismo unió todas las islas en una sola fe alrededor del año 650 d.C.
Y la diversidad de la herencia artística de Gran Bretaña e Irlanda expresó esta nueva creencia.
Nuevas formas de arte, como enormes cruces talladas en piedra y manuscritos iluminados con el mismo tipo de diseño, se extendieron por distintos lugares de Europa.
Cabeza de báculo de St Fillan de Glendochart (siglo XI)
Museo Nacional de EscociaImage copyrightMuseo Nacional de Escocia

Algunos objetos decorativos sobrevivieron siglos después de haberse fabricado, muchos de ellos gracias a las familias influenciables, que se convirtieron en los guardianes de estos tesoros sagrados, así como de los mitos y tradiciones asociadas a ellos.1.000 años después de la caída de Roma, la palabra celta vio reducido su uso.
Pero en el año 1.500 los académicos europeos redescubrieron los escritos celtas de los griegos y romanos, y trataron de vincular estas historias a sus conocimientos en arqueología, lenguaje y estilos artísticos.
Eran tiempos de cambio, especialmente en la recientemente unida Gran Bretaña, que luchaba por reconciliar sus divisiones lingüísticas, culturales y políticas.
El resurgimiento de lo celta dio lugar a un poderoso sentido de identidad compartida, que todavía abarca muchas de nuestras ideas sobre los celtas de hoy.