El descubrimiento de estas invaluables piezas, que totalizan 336, entre
éstos 20 de oro únicos en su tipo como orejeras, cascabeles y corazones, además
de 27 cuchillos de pedernal, 187 lascas de piedra verde, seis conchas, cinco
cuentas de piedra verde y el esqueleto de una serpiente.
Las mismas que sirvieron para consagrar la edificación de la sexta etapa
del recinto sagrado durante el reinado del emperador Ahuizotl (1486-1502), que
expandió su imperio hasta lo que hoy es Guatemala.
Según la opinión del arqueólogo Nicolás Fuentes se puede calificar como
un milagro, la circunstancia de que la ofrenda sobrevivió a inundaciones de
siglos pero también a las obras de drenaje y a perforaciones realizadas con
diversos motivos en la zona.
Del mismo modo el especialista Gerardo Pedraza platica que durante la
actual construcción del puente que conectará la calle de Guatemala y Argentina,
él y su colega fueron los responsables de salvaguardar las escalinatas
del Templo Mayor, entonces al momento de retirar materiales modernos e
infraestructura urbana, identificaron cinco ofrendas.
Después de dos meses de excavación, se
lograron recuperar los objetos que se estima fueron colocados por un sacerdote
en el eje que conduce hacia la capilla de Huiztilopochtli, la principal deidad
de los mexicas, como se autodenominaban a quienes la mayoría conoce como
aztecas.
Con esta ofrenda se recordó el
nacimiento del Sol, representado por Huiztilopochtli y la muerte de su hermana
la luna, Coyolxhauhqui. Según las crónicas prehispánicas, la diosa fue
descuartizada por su hermano con una serpiente de fuego después de que dio
muerte a la madre de ambos, Coatlicue, la Madre Tierra, en una conspiración
donde participaron otros 400 hermanos que se convirtieron en estrellas.
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